El Ayuntamiento de Valencia acabará este año con una deuda de 703 millones de euros,bajo el mando de Joan Ribó la cifra más baja desde 2005. La estrategia de amortizar al máximo los préstamos pendientes y redistribuir gastos ha tenido un efecto positivo en esta cifra, que llegó a 964 millones hace tres años con el gobierno del Partido Popular.
El índice de deuda se situará el 31 de diciembre en el 82,9%, cuando la legislación permite alcanzar el 110%.
Sólo este año, la deuda viva se reducirá en 106 millones de euros, aunque si continúa el plan de estabilidad, a 31 de diciembre de 2016 se llegará a un endeudamiento de 644 millones de euros, una cifra similar al resultado de 2004.
Lla falta de inversiones del Partido Popular forzó después a incrementar las partidas destinadas a la deuda. Fueron los años de más equipamientos públicos y obras de urbanización y despilfarros.
Una de las facilidades tenidas este año por el Consistorio ha sido la refinanciación de deuda por la mejoría de los tipos de interés.
En cuanto al pago a los proveedores, el pasado ejercicio acabó con una media de 57 días, mientras que este año se pretende alcanzar los ansiados 30 días, con lo que ya no habría que pagar intereses de demora. Si el índice fuera sólo del Ayuntamiento, entonces sí que podría conseguirse, aunque las cifras empeoran cuando se suman las empresas y organismos autónomos municipales.
Si no inviertes en la ciudad, dejas el río sin seguridad policial para que estén en el ayuntamiento mientras la gente se hace fotos en el balcón, y tienes en cuenta que la caja del ayuntamiento era de 100 millones de euros a la salida de la anterior legislatura, no es tan de extrañar, aunque está muy bien.
Lo que me preocupa, es la ola de catalanismo más grande de los últimos 30 años. Que aquí están los consellers y concejales diciendo que tendríamos que ser Paísos catalans, y oye, no pasa nada.